Una vida y mil cunas.

Cuenta Pilar del Río que José Saramago decía que lo mismo que estamos nueves meses en este mundo sin haber nacido, posiblemente estemos también algún tiempo por aquí una vez muertos. Hace poco murió mi madre, lo hizo con la sencillez y discreción con que siempre hizo todo en la vida. Llevaba dos años enferma y tuvimos el tiempo no solo de despedirnos, sino de vivir la etapa más intensa de nuestras vidas juntos. Cuando al principio de su enfermedad me fui a pasar temporadas con ella, les contaba a los amigos que me estaba terminando de criar. Pero entonces no sabía que la mayor lección que me daría sería, precisamente, la última: cómo morir y hacer de ello un acto con todo su sentido: el sentido de toda una vida. Os dejo el texto que la familia hemos preparado como obituario. /em>

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El pasado 27 de Octubre falleció Ana Méndez España. Anita, como cariñosamente se le conocía, había nacido en 1931 en Los Almagros (Fuente Álamo, Murcia) pero enseguida se trasladó al vecino municipio de Mazarrón de donde era su familia paterna. Fue a la escuela de Dª Manolita y se casó con el Práctico del Puerto Mazarrón, oficial de juzgado, industrial y Cónsul Honorario de Portugal, Antonio Sáez Hernández, quedándose viuda en con solo 36 años.

Con dos hijos a su cargo, monta una red de mujeres dedicadas a la fabricación doméstica de prendas de punto que dio empleo a 50 personas. Poco después, en 1970, se gradúa como una de las primeras mujeres Administradoras de Fincas y se convierte en Gerente de varias urbanizaciones que contribuyen al desarrollo turístico del municipio. Preocupada por el cuidado y bienestar de su pueblo, en la Transición impulsó la primera asociación de vecinos que se creó en el Puerto, de donde salieron algunos de los primeros alcaldes democráticos del municipio.

En 1983 decide dedicarse a la labor social, que desarrolla al amparo de la Iglesia de quien siempre ha sido una devota seguidora, para lo que se traslada a Murcia y colabora con Jesús Abandonado. Allí es llamada para dirigir la recién creada Casa Sacerdotal siendo obispo D. Javier Azagra quien por su confianza personal, experiencia emprendedora y su visión de futuro sobre la atención a los más necesitados, le encarga la creación de la Fundación Jesús Abandonado de cuyo Patronato fue Presidenta durante los primeros cuatro años. En esta etapa promueve la construcción de la actual Residencia Santa Catalina, donde se va a vivir para trabajar con las personas sin hogar, y la instalación de un nuevo comedor en Murcia para transeúntes. En 1993 recibe el reconocimiento «Mano de la Solidaridad» otorgada por la Hermandad de San Juan de Dios, con quienes deja concertada la gestión de los centros.

Voluntaria de la Hospitalidad de Lourdes, a la que dedicó gran parte de sus vacaciones durante más de 20 años, vuelve a Puerto de Mazarrón cuando se jubila donde sigue desarrollando sus actividades: organiza Cáritas Parroquial, es nombrada Mujer Mazarronera 2002, Presidenta Honoraria de la Fundación Iniciativa Social y Presidenta del Centro de Día de Personas Mayores.

Anita falleció a consecuencia de un cáncer de pulmón que le diagnosticaron poco después de que volviera a ser abuela de dos nietos venidos de Etiopía. En los últimos meses de su enfermedad, que llevó con la paciencia y sencillez con que siempre hizo las cosas, estaba preocupada por la hambruna en África y se había puesto a pedir dinero para el proyecto de las Misioneras Combonianas. Este proyecto consiste en dar una cuna con mosquiteras a las madres que acuden a dar a luz al centro de salud. Sus últimas palabras fueron para decir dónde tenía guardado el sobre con el dinero que había recogido para un proyecto que, con tres euros por cuna, sirve para mejorar la atención a la madre mediante condiciones higiénicas mas salubres a la hora del parto y prevenir las picaduras de los mosquitos que transmiten la malaria al bebé, una de las causas de mortalidad infantil más frecuente en la zona.

Conocedores de lo crítica que era con los gastos superfluos de las celebraciones, la familia pidió en el funeral, oficiado en su Parroquia de San José de Puerto Mazarrón por el Vicario D. Antonio León y cuatro sacerdotes amigos, que el dinero que fuera a ser gastado en flores se destinara a las cunas. Ana se fue dejando mil cunas para los niños de África. Mil cunas y una vida.

En este mes largo que ha pasado desde que Ana Méndez nos ha dejado, se están celebrado homenajes y misas en su memoria en la que mucha gente ha querido sumarse a este último gesto de generosidad y esperanza hecho por una mujer discreta y sencilla. Quienes siguiendo su ejemplo quieran hacerlo, pueden mandar su contribución directamente a la cuenta de las Misioneras Combonianas (0075-0167-21-0701061947) poniendo en el concepto Cunas (Etiopia) Ana Méndez España.